Uno de los videojuegos mejor valorados del catálogo de PlayStation 2 está de vuelta con Onimusha 2: Samurai’s Destiny Remastered. Onimusha Warlords y Onimusha 3: Demon Siege son títulos de gran importancia que puede que estén por llegar, pero hoy nos enfrentamos a un buen lavado de cara de la segunda entrega, que trae una intensa sensación de nostalgia. A pesar de que sus mecánicas no encajan con los estándares actuales, garantiza un buen puñado de horas de acción.
Jugar a Onimusha 2: Samurai’s Destiny Remastered nos sitúa en una trama sencilla y directa. El juego nos pone en la piel de Jubei Yagyu, un joven samurái y líder de su clan que busca venganza. Acción desenfrenada, enemigos por doquier y controles algo toscos, pero funcionales, son los ingredientes de una remasterización que mantiene la esencia del original, aunque con algunas mejoras visuales. El folclore japonés, tan presente, es clave para sumergirse de lleno en su mundo.
En lo narrativo, esta secuela supuso una evolución importante frente al primer juego, que, aunque contaba con un buen argumento, no ofrecía una premisa tan rica como esta. La venganza es el eje central, un clásico del Japón feudal, y Jubei debe hacer frente a las fuerzas de Oda Nobunaga tras la destrucción de su aldea. Las guerras demoníacas regresan con soldados zombis, jefes Oni, humanos fusionados con animales y otras criaturas oscuras. Esta vez, el drama humano gana protagonismo.
El Japón dividido y en conflicto nos permite conocer a una buena cantidad de personajes secundarios con los que Jubei establece relaciones. Estos aportan profundidad a la historia, mostrando distintas caras del conflicto, y permiten al jugador explorar y hablar con libertad. El crecimiento personal del protagonista, marcado por la pérdida y el deseo de justicia, da fuerza a la narrativa.
La libertad de movimiento durante la exploración y el combate es notable para su época. Jubei se controla con soltura con el stick, aunque la movilidad resulta tosca hoy en día. Uno de los aspectos más molestos es que, al salir de una sección sin querer, los enemigos reaparecen, algo que recuerda a los clásicos Resident Evil con cámaras fijas. La velocidad al moverse puede jugar en contra, generando cierta frustración.
Uno de los pilares del juego, y de la saga en general, es su sistema de combate. Lejos de ser un simple machacabotones, ofrece dinamismo y variedad con combos y habilidades especiales. Los combates normales se basan en cadenas de ataques, mientras que los jefes exigen estrategia y distancia para identificar puntos débiles.
Además del combate cuerpo a cuerpo, la energía mágica juega un papel clave. Se obtiene al absorber orbes que sueltan los enemigos, permitiendo mejorar habilidades y armas. Los orbes morados destacan especialmente: al reunir los suficientes, Jubei puede transformarse temporalmente en Oni, desatando su máximo poder.
Capcom no se ha limitado a traer la experiencia original tal cual, sino que ha apostado por revitalizarla. Se han mejorado tiempos de carga, gráficos y aspectos de calidad de vida. La cámara fija, aunque clásica, ofrece un buen ángulo de exploración y permite apreciar el cuidado diseño de escenarios, muy inspirados en el folclore japonés. El resultado técnico está a la altura, modernizando lo justo sin traicionar el legado del título.
En conclusión
El trabajo de Capcom con Onimusha 2: Samurai’s Destiny Remastered es más que notable. No solo rescata un clásico de PS2, también recuerda que este tipo de acción-aventura tiene aún mucho que decir. Una oportunidad perfecta tanto para redescubrir como para descubrir, por primera vez, una joya que marcó época.
*Agradecimientos a Plaion por proporcionar una clave de PlayStation 5 para realizar este análisis.
