La franquicia Katamari es una de las sagas con más solera y personalidad del mundo de los videojuegos. Tras varios años sin un nuevo título, Once Upon a Katamari no solo supone un regreso inédito, sino también un viaje a través del tiempo y el espacio que nos devuelve toda su magia. El objetivo sigue siendo el mismo: formar una bola gigante con todo lo que encontremos, de la manera más divertida y caótica posible.
Han pasado catorce años desde el último juego completamente nuevo, tiempo en el que la saga ha sobrevivido gracias a remasterizaciones y adaptaciones. Títulos como We Love Katamari marcaron un antes y un después por su humor absurdo, su estética colorida y su jugabilidad tan única. Ahora, Bandai Namco retoma la fórmula original con una nueva aventura que vuelve a poner a prueba nuestra capacidad para hacerlo todo rodar.
Un viaje de recolección a través de la historia
La historia nos sitúa de nuevo junto al Rey del Cosmos, que deberá solucionar un desastre cósmico causado por el mal uso de un pergamino mágico. Para restaurar el equilibrio del universo, enviará al príncipe y su Katamari a través del tiempo, desde el Japón feudal hasta la prehistoria o incluso épocas piratas. En cada escenario habrá que recolectar desde pequeños objetos cotidianos hasta colosales estructuras y criaturas, en una locura creciente que mantiene intacto el espíritu de la saga.
Los controles son sencillos y accesibles, utilizando los dos sticks para mover el Katamari, con la opción de alternar entre un modo clásico más preciso o uno simplificado pensado para principiantes. Cada nivel empieza con una bola pequeña que solo puede recoger objetos de su tamaño, por lo que la progresión natural consiste en ir aumentando su volumen hasta alcanzar dimensiones descomunales. Algunos niveles proponen objetivos concretos, como conseguir una puntuación determinada o recolectar tipos de objetos específicos.

Multitud de extras que desbloquear
El diseño de niveles es rico y variado, con escenarios llenos de vida, movimiento y pequeños desafíos que invitan a rejugar. En ocasiones, los cambios de bioma o los eventos temporales alteran las condiciones del entorno, manteniendo la frescura del juego. Además, podremos encontrar y controlar a varios de los primos del protagonista, cada uno con habilidades únicas y atuendos desbloqueables mediante una máquina gacha.
En el plano técnico, Once Upon a Katamari brilla con luz propia. Los escenarios son amplios, coloridos y están repletos de detalles, sin caídas de rendimiento incluso con cientos de objetos en pantalla. Las animaciones son expresivas y el estilo visual mantiene ese tono caricaturesco tan característico. La banda sonora es otro punto fuerte, con temas pegadizos y alegres que encajan perfectamente con el tono desenfadado del juego.
En conclusión
En definitiva, Once Upon a Katamari es una secuela excelente que recupera todo lo que hacía especial a la saga y lo actualiza con mimo. Su mezcla de humor, jugabilidad adictiva y ambientaciones históricas lo convierten en un título imprescindible para los fans de Katamari y una magnífica puerta de entrada para quienes quieran descubrir uno de los universos más singulares del videojuego.
*Agradecimientos a Bandai Namco por proporcionar una clave de PC para realizar este análisis.
