Los videojuegos independientes son, en muchas ocasiones, ensombrecidos por las grandes desarrolladoras y sus campañas de marketing. Aun contando con presupuestos más modestos, logran destacar gracias a grandes ideas. Mandragora: Whispers of the Witch Tree es un claro ejemplo de que la industria indie puede competir en cuanto a diversión y producción, ofreciendo títulos realmente sorprendentes.
Primal Game Studio, un equipo húngaro, está detrás de Mandragora: Whispers of the Witch Tree, una aventura en dos dimensiones con tintes soulslike y mecánicas metroidvania. Una mezcla de géneros que, si bien hemos visto en numerosas ocasiones, destaca por el buen hacer del estudio.
Las influencias de Dark Souls son más que evidentes, tanto en el apartado visual, oscuro, melancólico y serio, como en sus mecánicas jugables. Nos encontramos ante un videojuego desafiante, sin guardado manual, donde el progreso se almacena automáticamente o mediante los portales de viaje rápido. La dificultad también se nota en la reaparición constante de enemigos, el desbloqueo de atajos y otras mecánicas que encantarán a los fans del género.
Una diferencia clave es la presencia de varios niveles de dificultad, lo que permite ajustar la experiencia según el tipo de jugador. Además, es posible modificar parámetros como el daño infligido o el consumo de resistencia al esquivar o saltar. A mayor porcentaje de ayuda, más accesible se vuelve la aventura; si se reduce, el desafío aumenta considerablemente.
Desde el inicio, el juego sienta bien sus bases, permitiendo personalizar la experiencia y explicando todas las mecánicas necesarias para afrontar las misiones principales y secundarias. Un marcador en el mapa indica la posición de los objetivos, facilitando el avance. Subir de nivel es sencillo: una silueta azul marca que se pueden gastar puntos de aprendizaje en un punto de descanso. El árbol de habilidades es extenso y ofrece rutas variadas para adaptar al personaje.
Las fases de plataformas son constantes en Mandragora, permitiendo encontrar objetos, llaves o ataques especiales que abren nuevas zonas. El combate también juega un papel importante, con una barra de resistencia que se consume al ejecutar acciones y se recarga rápidamente. Si se agota, no se puede atacar ni esquivar, introduciendo un factor estratégico interesante. Las batallas son dinámicas, con patrones enemigos bien diseñados y un sistema de combate ágil.
La curva de aprendizaje es natural. No requiere tanta pericia como un souls tradicional, pero sí cierta habilidad para mantener la distancia y golpear con precisión. Destacan especialmente los combates contra jefes, de gran tamaño y con patrones complejos. Aunque el juego es más permisivo que otros del género, estos enfrentamientos plantean un reto considerable. Eso sí, su aparición puede resultar algo brusca, ya que encierran al jugador en una sala sin posibilidad de prepararse.
La soledad es una constante en el juego, aunque a lo largo de la aventura se reclutan ayudantes que forman parte del campamento base. Entre ellos destacan un herrero y una costurera, que permiten crear armas, armaduras y objetos curativos, además de modificar la apariencia del protagonista. También hay una orfebre que fabrica anillos con efectos especiales, y Gerald, quien desbloquea el bestiario y vende habilidades para cada clase. Estos aliados también pueden mejorar sus servicios, añadiendo una capa adicional de progreso.
El mundo cuenta con numerosas áreas interconectadas y puntos de descanso para viajar rápido y recuperar vitalidad. Acceder a estas zonas requiere, a veces, el uso de herramientas como ganchos o la resolución de puzles de plataformas, lo que aporta algo de profundidad. Sin embargo, conviene aclarar que Mandragora no es un metroidvania puro, sino una aventura con ciertos matices del género.
En el apartado técnico, el juego destaca por su dirección artística: escenarios, enemigos y personajes lucen un estilo lúgubre, oscuro y melancólico que encaja perfectamente con la narrativa. Las animaciones son correctas y los diseños, especialmente los de los enemigos, cumplen con creces. La banda sonora acompaña de forma sobresaliente, reforzando la ambientación.
En conclusión
Mandragora: Whispers of the Witch Tree es una de las gratas sorpresas del desarrollo independiente este año. Una aventura en dos dimensiones, influenciada por Dark Souls y con toques metroidvania, que permite personalizar el nivel de desafío y ofrece una experiencia completa, profunda y muy bien construida.
*Agradecimientos a Jesús Fabre por proporcionar una clave de PC para realizar este análisis.