La franquicia Fast & Furious alcanzó una enorme popularidad hace unos años, llenando los cines con las películas de Vin Diesel y su mezcla explosiva de velocidad y acción. Para quienes echan de menos esa adrenalina en los videojuegos, Fast & Furious: Arcade Edition llega como una alternativa interesante dentro del género de conducción urbana, aunque con resultados algo discretos. El título llega gracias a Meridiem en una cuidada edición física a PlayStation 5 y Nintendo Switch.
Este título, desarrollado por los creadores de Cruis’n Blast, adapta a consolas la experiencia de las máquinas recreativas. Sobre el papel, la propuesta suena bien: coches potentes, trazados imposibles y pura acción. Sin embargo, sufre por la ausencia de un modo historia que dé contexto o motivación más allá de las carreras rápidas.
Llega íntegramente con el contenido de las máquinas recreativas
Si hay una palabra que defina la experiencia, esa es frenetismo. Aquí no hay descanso: el acelerador permanece presionado de principio a fin mientras recorremos circuitos llenos de rampas, derrapes, curvas cerradas y turbos. Los controles son simples y accesibles, ideales para partidas rápidas. El juego incluye ocho vehículos distintos —entre ellos el Dodge Charger, el Ford GT y el Jeep Wrangler— con diferencias notables en velocidad, manejo y aceleración. Cada coche ofrece una sensación particular, lo que añade variedad al conjunto.
Los escenarios también cumplen, ofreciendo localizaciones variadas como los Alpes o la ciudad de La Habana, que aportan dinamismo visual. Además, se incluye un modo multijugador local para dos jugadores, donde la acción se vuelve aún más divertida gracias a la posibilidad de lanzar cohetes y proyectiles para frenar a los rivales. Sin embargo, la inteligencia artificial de los oponentes resulta predecible, lo que reduce el desafío en las carreras.

El principal problema del juego es su escaso contenido. Solo cuenta con seis circuitos y pocos elementos desbloqueables, algo aceptable en una recreativa, pero insuficiente para un lanzamiento doméstico. Los trazados, aunque vistosos, tienden a parecerse entre sí y su corta duración (dos vueltas por carrera) limita la experiencia. El único incentivo a largo plazo es desbloquear los coches “Furious”, que aumentan los turbos de nitro de tres a diez.
En el apartado técnico, Fast & Furious: Arcade Edition cumple sin destacar. Se mantiene fluido durante las partidas, con buenos efectos de luces, sombras y modelados realistas de los vehículos. La sensación de velocidad está bien conseguida, aunque las físicas dejan que desear en ciertos momentos, provocando movimientos imprecisos o descontrol del coche.
En conclusión
En definitiva, Fast & Furious: Arcade Edition traslada correctamente la emoción de los arcades clásicos a las consolas domésticas. Es divertido, accesible y visualmente atractivo, pero sufre por la falta de contenido y profundidad. Un título recomendable para sesiones rápidas y nostálgicas, pero que se queda corto si buscas una experiencia de conducción más completa.
*Agradecimientos a Meridiem por proporcionar una clave de Nintendo Switch para realizar este análisis.